Generalmente este amor era secreto, debido a que la mujer estaba casada (aunque no enamorada, pues su amor era un matrimonio de convenciencia), dando pie así a un amor adúltero y prohibido.
El amor se entiende entonces como "servicio". La amada, que procede de una clase superior (e intentar amarla es una osadía y un desacato) se muestra desdeñosa, e incluso, hiriente, ante los requerimientos de su vasallo enamorado. Esto provoca el sufrimiento del hombre, pero no ceja en su empeño. Poco a poco la amada puede que vaya cediendo, pero, aunque avancen en su relación, estos deben estar atentos a que nadie informe al marido. Es, por tanto, un amor secreto.
Conseguir el amor de la amada se plantea como una prueba titánica: es inalcanzable por posición y por su estado de casada...pero ella se presta al juego.
La devoción que el amante muestra hacia su dama es similar a la devoción divina. La dama pasa a paragonarse con ángeles o, directamente, con Dios,aunque fuese fuente de sufrimiento para el servidor amante. Pero este sufrimiento por amor lo purifica y lo hace mejor espiritualmente.
El amante solía seguir una serie de pasos. Primero la miraba para hacer a su amada partícipe de su amor y devoción. Desde lejos le mostraba amor y sumisión primero, calladamente; luego con poemas. A pesar de su rechazo, no se rendía y reiteraba sus promesas de amor eterno (alternadas, no obstante, con quejas a su frialdad y desdén). Se ofrecía a realizar actos valerosos en su nombre y a someterse totalmente. En algunos casos el amante podría alcanzar el último estadio y establecer una relación carnal. En caso de lograr consumar el amor, el silencio y el secreto debían ser totales, pues sus vidas corrían peligro en caso de que el marido se enterase. No obstante, los amantes aceptaban estos riesgos, pues los beneficios que obtenían de este amor (mejora espiritual) eran superiores.
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