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Manuscrito del Siglo XIV de la Canción de Roldán.
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El cantar de Roldán, una de las principales muestras de épica medieval románica es una obra anónima, escrita en 4002 decasílabos reagrupados en 291 tiradas. Llegó a nosotros en lengua de oil a través de numerosos manuscritos (prueba del grandísimo éxito que consiguió en la época, fuera también de las fronteras francesas), algunos de ellos incluidos en códices de gran valor. El más antiguo, el de Oxford parece, por su aspecto, haber pertenecido a un juglar que lo usaría como apuntes para sus actuaciones, de modo que no parece descabellado pensar que conoció una larga forma de difusión oral antes de ponerse por escrito.
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Muerte de Roldán, siglo XIV |
El texto mezcla elementos reales (nombres de los caballeros, lugares de batallas, enfrentamientos de los ejércitos de Carlomagno...) con elementos legendarios para contribuir al ensalzamiento de la figura del protagonista.
Roldán se caracteriza por su honor, su heroismo en la batalla y, sobre todo por su fe cristiana (de ahí que se convierta en adalid contra los ejércitos sarracenos hasta el punto de convertirse en una especie de mártir del cristianismo). Es una obra eminentemente historicista, centrada en aspectos bélicos e históricos que deja en segundo plano las vicisitudes amorosas. Las únicas mujeres que aparecerán en el poema son Alda (prometida de Rolando que morirá por la impresión que le produce la noticia de su muerte) y Branimonda (viuda de Marsilio, que se convertirá al cristianismo).
El éxito de la obra hace que, siglos después, varios romances españoles se inspiren en su figura y en su valentía, o en la de algunos de los participantes en la contienda. Algunos de los más conocidos son el del
Conde Dirlos, o el que se centra en el dolor de doña Alda al conocer la muerte de su amado, que reproducimos a continuación.
En CParís está doña Alda
la esposa de don Roldán,
trescientas damas con ella
para bien la acompañar:
todas visten un vestido,
todas calzan un calzar,
todas comen a una mesa,
todas comían de un pan,
sino era sola doña Alda,
que era la mayoral.
Las ciento hilaban oro,
las ciento tejen cendal,
las ciento instrumentos [tañen,
para doña Alda holgar.
Al son de los instrumentos
doña Alda adormido se ha:
ensoñado había un sueño,
un sueño de gran pesar.
Recordó despavorida
y con un pavor muy grand,
los gritos daba tan grandes
que se oían en la ciudad.
Allí hablaron sus doncellas,
bien oiréis lo que dirán:
-¿Qué es aquesto, mi[señora?
¿quién es el que os hizo[mal?
-Un sueño soñé,[doncellas,
que me ha dado gran pesar;
que me veía en un monte
en un desierto lugar:
de so los montes muy altos
un azor vide volar,
tras dél viene una aguililla
que lo ahínca muy mal.
El azor con grande cuita,
metióse so mi brial;
el águila con grande ira
de allí lo iba a sacar;
con las uñas lo despluma,
con el pico lo deshaz.
Allí habló su camarera,
bien oiréis lo que dirá:
-Aquese sueño, señora,
bien os lo entiendo soltar;
el azor es vuestro esposo,
que viene de allen la mar;
el águila sedes vos,
con la cual ha de casar,
y aquel monte es la iglesia
donde os han de velar.
-Si así es, mi camarera,
bien te lo entiendo pagar.
Otro día de mañana
cartas de fuera le traen;
tintas venían de dentro,
de fuera escritas con[sangre,
que su Roldán era muerto
en la caza de Roncesvalles.
Además de las repercusiones de esta obra, queremos también pararnos en los precedentes.
Antes de que los últimos días de Roldán llegasen a nosotro en francés, se pueden rastrear antecedentes en la obra escrita en latín Historia de Carlomagno y de Roldán, que, a su vez, está incluida en el Códice Calixtino formando parte de un proyecto que pretendía hacer converger en el camino de Santiago a héroes protagonistas de distintos cantares.
Algunos estudiosos medievales atribuyen la propagación (y exageración) histórica al Turpin, superviviente de la contienda de Roncesvalles. Sea como fuere, a día de hoy sigue sin saberse a ciencia cierta quién fue su autor.
También podemos recurrir, buscando los orígenes de la composición, a la De Canción de Agolant (finales S. XII- principios XIII) de la que solo se conserva un fragmento. sólo ha perdurado un fragmento.Probablemente la historia que refleja era recitada por los juglares como prólogo a la Cación de Roldán debió ser uno de los cantares que hacían de prólogo a la ont-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 13.2px; line-height: 18.48px;">Chanson de Roland
Para ver a dónde llega la pervivencia de esta historia, basta con mirar atrás muy poco tiempo. En 1914 vio la luz una versión novelada de la histora a cargo de Richard Dübel, de lo que nos informa esta
noticia.