viernes, 18 de septiembre de 2020

El libro de los muertos

 

El libro de los muertos es una colección de textos ilustrados unidos en rollos d epapiro que se incluían en las tumbas a partir del Imperio Nuevo. Primero sólo formaban parte de tumbas de faraones y personajes importantes de la sociedad egipcia...pero pronto se empezaron a producir en serie y todo aquel que podía pedía ser enterrado con una copia. 

Estos textos, procedentes de los textos de las pirámides en un primer momento, y de los textos de los sarcófagos del Imperio Medio se colocaban junto a la momia sepultada o se inscribía en los ushebis (pequeñas estatuas que se depositaban en las tumbas). 


Su contenido era una serie de fórmulas y sortilegios para que el alma del muerto (el "Ka") pudiese orientarse en el más allá a lo largo de las 12 regiones del inframundo egipcio, reconocer  los dioses y superar el juicio de Osiris; Su título original podría traducirse como "La salida al día" o "Libro para salir al día" porque los egipcios consideraban que la muerte no era más que un renacimiento, al igual que el sol sale cada día, así el difunto accedía a un nuevo renacer .

El Libro consta de aproximadamente 200 capítulos o sortilegios. La versión más conocida y más completa es el Papiro de Ani, un texto compuesto por 3 capas de hojas de papiro pegadas entre si y   dividido en 6 secciones con una longitud entre 1.5 y 8 metros cada una. La longitud total del texto es de 23.6 metros. Fue adquirido por el Museo Británico en Tebas el año 1888 y actualmente está registrado con el número 10470. 



 Las ciento noventa fórmulas no sólo sirven para superar el juicio de Osiris. Algunos contenidos pueden ser el ingreso de  la momia en la Duat,  el día del entierro, la fórmula para salir al día y vivir tras la muerte, para levantarse contra el enemigo en el Más Allá, para entrar en el Más Allá y salir de él, para que los gusanos no se coman el cuerpo,  para no morir otra vez, para abandonar el ayer y venir al hoy, para salir al día, para estar cerca de Osiris... 

El capítulo más importante; el juicio de Osiris. Anubis acompaña al ka hasta Osiris, . El fallecido debía jurar que no había cometido ninguna de las 42 faltas de un listado (la confesión negativa) . A continuación Anubis le extrae el corazón y lo deposita en una balanza. En el otro plato está depositada una pluma, la de la diosa Maat, diosa de la justicia universal y la verdad. Dependiendo de como haya sido la vida del difunto, de si predominan sus obras buenas o malas, la balanza caerá de un lado o de otro. Si el corazón es más pesado que la pluma, el castigo sería caer en las garras de Ammit, un monstruo mezcla de cocodrilo, león e hipopótamo, que lo devoraría; si ganan las buenas obras, Osiris dejará que el difunto continúe su camino hasta Aaru, donde vivirá eternamente junto a los dioses. 






Aquí tienes un extracto de la confesión negativa.  A menudo las momias portaban amuletos en los que estaba escrita esta confesión. 

 

“No cometí iniquidad contra los hombres.

No maltraté a gentes.

No cometí pecado en la Sede de Maat.

No conocí lo que no debía conocerse.

No hice mal.

No blasfemé contra dios.

No hice lo que era abominable a los dioses.

No perjudiqué a un esclavo ante su amo.

No fui causa de aflicción.

No hice padecer hambre.

No hice llorar.

No maté.

No di orden de matar.

No causé dolor a nadie.

No disminuí las ofrendas alimenticias de los templos.

No mancillé los panes de los dioses.

No robé las tortas de los bienaventurados.

No fui pederasta.

No forniqué en los santos lugares del dios de mi ciudad.

No añadí peso a la balanza.

No falseé el peso de la balanza.

No arrebaté la leche de la boca de los niños.

No privé al ganado de sus pastos.

No pesqué peces en sus lagunas.

No retuve el agua en su estación.

No opuse al agua corriente ningún dique.

No apagué nunca un fuego en su quema.

No pasé por alto los días de las ofrendas de la carne.

No quité ganado a la comida del dios.

No me opuse a ningún dios en sus procesiones.


¡Soy puro, soy puro, soy puro! Mi pureza es la pureza del gran fénix que está en Heracleópolis, porque soy la nariz misma del Señor de los vientos que hace que todos los hombres vivan en el día de la Plenitud del Ojo en Heliópolis, el último día del segundo mes del invierno en presencia del Señor del país, soy uno de los que han visto la Plenitud del Ojo en Heliópolis. No me alcanzará mal alguno en este país, en esta sala del Dios Maat, porque conozco el nombre de los dioses que están.




 

 

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