Vamos a intentar ofrecer una mínima representación de poemas de las distintas vanguardias surgidas a principios del siglo XX
Comenzaremos por el futurismo y, para entenderlo, nada mejor que recurrir a su manifiesto, obra de F.T. Marinetti.
¿Y quién, sino el propio Marinetti, sería capaz de dedicar estos rotundos versos a su automóvil?
El cine, otro de los temas recurrentes en los futuristas le inspiró a Apollinaire los siguientes versos
El mismo Apollinaire se acercó también al cubismo y es considerado el padre de los caligramas que, a su vez, se consideran precursores de la poesía surrealista y de la escritura automática.
Esa escritura automática fue ampliamente utilizada por los dadaistas que, igual que el resto de vanguardias, no tenía espíritu de transcendencia ni pretendía cambiar ni el arte ni la sociedad. De ahí elaboraciones como esta
O a poemas como este de Wieland Herzfeldel
A los surrealistas también les gustaba mucho la técnica del cadáver exquisito, técnica que consistía en escribir por turno en una hoja de papel, doblarla para que no se viese qué estaba escrito, y pasárselo al siguiente "escritor" que sólo podía leer lo último que se había escrito. Así hasta que todos hubiesen colaborado.
En el caso del dadaismo, el propio fundador del movimiento, Tristan Tzara será quien nos de las instrucciones para hacer un perfecto poema dadaista.
El expresionismo, que abordó temas tan variados como la enfermedad, la muerte, la miseria... dará luz a poemas en los que el sentimiento prevalece ante la forma (de hay la ausencia de reglas lingüisticas)
Hermosa juventud
La boca de una niña que había estado mucho tiempo entre los juncos
parecía tan carcomida.
Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba tan agujereado.
Por fin, en una pérgola bajo el diafragma
hallaron un nido de pequeñas ratas.
Una hermanita yacía muerta.
Las otras se alimentaban del hígado y del riñón,
bebían la sangre fría y pasaron aquí
una hermosa juventud.
Y hermosa y rápida las sorprendió la muerte:
a todas las lanzaron al agua.
¡Ay, cómo chillaban los pequeños hocicos!
parecía tan carcomida.
Cuando le quebraron el pecho, el esófago estaba tan agujereado.
Por fin, en una pérgola bajo el diafragma
hallaron un nido de pequeñas ratas.
Una hermanita yacía muerta.
Las otras se alimentaban del hígado y del riñón,
bebían la sangre fría y pasaron aquí
una hermosa juventud.
Y hermosa y rápida las sorprendió la muerte:
a todas las lanzaron al agua.
¡Ay, cómo chillaban los pequeños hocicos!
Autor: Gottfried Benn
Y allí, sobre cojines de sangre oscura descansaba
La nuca rubia de una mujer blanca.
El sol le ardía en los cabellos,
Ascendía lamiéndole los muslos blancos,
Y se arrodillaba ante sus pechos, más morenos
Todavía no desfigurados por vicio y partos.
A su lado, un negro, destrozados por una coz
Los ojos, la frente. Metía el tipo este
Los dedos de su sucio pie izquierdo
En uno de sus oídos, orejita blanca.
Ella, sin embargo, dormía, echada ahí, como una novia,
Pegada a la dicha del primer amor
Y a la espera de partir hacia múltiples viajes celestiales
De la joven y ardiente sangre.
Hasta que le
hundieron el cuchillo en la blanca garganta,
hasta que le echaron a la cintura
un delantal púrpura de
sangre muerta.
completo y nutrido. Gracias
ResponderEliminarmuy completo y nutrido. Gracias
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